lunes, 19 de octubre de 2020

Antidisturbios

Acabo de terminar de ver, de devorar, la última serie de Movistar: Antidisturbios, de Rodrigo Sorogoyen. Una historia trepidante, un reparto de lujo y un paisaje de fondo no por conocido menos sorprendente hacen de esta serie un ejemplo de producto de ficción nacional del más alto nivel.

Se puede hablar de las buenas críticas recibidas (vease Filmaffinity como muestra), del estupendo trabajo de los actores (el gran Hovik Keuchkerian me tiene cogido el pan debajo del brazo desde que lo vi allá por Viriato), o de las tremendas escenas claustrofóbicas de acción y de enfrentamiento entre personajes (la escena del bar del último capítulo, de la que yo venía avisado por la entrevista a los actores en El Hormiguero, es antológica). Pero lo que a mí más me ha gustado es, lo que yo entiendo es un homenaje a un colectivo aunque polémico necesario en el panorama social actual, los policías de antidisturbios.

Saca de todo esta serie en cuanto a este grupo de trabajadores, no nos vamos a engañar. Y aquí en mi opinión la serie se excede en lo que puede ser su único pero importante punto flaco. Los hay chulescos, acosadores, que coquetean con las drogas, e incluso directamente delincuentes inmersos en una trama criminal de la que por cierto no se libran ni jueces ni políticos. Esto lo digo por los que han visto en esta serie un ataque a estos funcionarios. Pero en casi todos los casos estas conductas están más o menos ocasionadas por la traumática labor que desempeñan. Y nunca o casi nunca pierden de vista el hacer bien su trabajo y el bien común. Incluso hay algunos de ellos que, a pesar de situaciones familiares que merecerían ellas sólas una película aparte, logran mantener un equilibrio emocional con el que van superando su difícil día a día convirtiéndose en auténticos heroes a la vista del espectador.

¿Y por qué digo que lo que más me ha gustado es este homenaje que percibo en la serie? Por el final. No les voy a "destripar la película", pero desde que empieza la serie hay un aroma en el ambiente que recuerda a algo. Pues bien, se ven en el último capítulo ciertos personajes de dibujos animados en un barco en un muelle. Y al hacerlo se hacen todavía más visibles las imágenes de las que ellos no tuvieron culpa y que, como yo, tenemos en la memoria de un 1 de Octubre de hace unos años. Cuando a primera hora de la mañana y aún no se había liado la que se lió, vimos por televisión como en fila india iban pasando estos uniformados entre hordas de personas que parecían normales (si es que se puede aplicar esa palabra a alguien) pero que no dejaban de gritarles con caras de odio absoluto a escasos centimetros de sus cascos mientras ellos se disponían impavidos a cumplir su trabajo.

Pero dejando de lado el tema político, que lo hay como en muchos thrillers de acción, se trata de una serie muy buena, y muy recomendable. Y a eso creo que me he puesto con este artículo y espero haberlo hecho bien. Ya me contarán.

(Fuente de la imagen: Filmaffinity)


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